domingo, 2 de marzo de 2008

Jorge Luis Borges
Ajedrez
I
En su grave rincón,
los jugadores rigen las lentas piezas.
El tablero los demora hasta el alba en su severo ámbito en que se odian dos colores. Adentro irradian mágicos rigores las formas: torre homérica, ligero caballo, armada reina, rey postrero, oblicuo alfil y peones agresores. Cuando los jugadores se hayan ido, cuando el tiempo los haya consumido, ciertamente no habrá cesado el rito. En el Oriente se encendió esta guerra cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina, torre directa y peón ladino sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada. No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada. También el jugador es prisionero (la sentencia es de Omar) de otro tablero de negras noches y blancos días. Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonías?

AMISTAD

AMISTAD
Tengo los mejores amigos del mundo
Que en pequeños detalles perfilan mi vivir.
Que hacen que un día de mañana
Nunca, nunca llegue a su fin
Aquellos que no permiten que mis lágrimas caigan
Y que están dispuestos a escuchar y percibir.
Grandes moldeadores de mi almaPersonas que no engañan,
Gente que nació no solo por existir
Guardianes que Dios puso en el mundo para vigilar.
Aquella mano amiga que siempre esta dispuesta a ayudar.
Que pasaron de dar palabras a una vida entregar
Que pasaron de escucharnos, a en nuestros problemas trabajar
Fuente de consuelo en donde mis alas puedo descansar
En donde mis ilusiones, anhelos y esperanzas
Siempre estarán dispuestos a apoyar
Son aquel abrazo despierto a abrigar
Son aquella caricia o aquella mano dispuesta a levantar.
Estoy de acuerdo en pensar
Que los mejores del mundo existen ya
Están trazados para cada uno,
Están designados para nuestras vidas delinear.